de una historia sin final,
de un par de adolescentes,
como tantos en el mundo;
que dijeron eran novios
y tomados de la mano,
se besaban en lo oscuro.
Era un amor de estudiantes,
sin compromiso alguno
y sin saber qué era un noviazgo,
ellos, ya creían tener alguno.
De pronto todo acabó
y cada uno con su vida
y uno con su cada cual.
Hoy por cosas de la vida
mira, se volvieron a encontrar,
cuatro décadas más tarde,
cada uno con su historia
y una historia sin final.
Quisieron cerrar el ciclo
y esa historia terminar,
dicen que fueron amantes
perdidos en alta mar,
sin brújula y sin destino,
perdieron de vista la playa
y se cansaron de remar...
Cuentan los que supieron
que cuatro décadas después,
ella no era la dulce y frágil,
ni él, el tímido e ingenuo,
ni ella la muñequita
ni él adolecente quimero;
y aprendieron su lección.
¡No se puede ser amantes,
sólo para escribir un final!